Lu recuerda su amor por ella como una brisa de complicidad y un vínculo único de deseo. Solo eran dos amantes en una capsula intima en una unión de identidad como una flor y sus pétalos, a veces silvestres, en un amanecer la entrega parecía apagar las estrellas. Eran dos seres aislados en un mundo que parece jugar a un acertijo.
En esta ciudad, la vida intima, es una exhibición en pantallas y redes sociales; se juega en un escenario visible. La intimidad no es más que un hilo enfermizo y lejano en que cada uno actúa en un abismo, esperando una mano desconocida sostenga para no olvidar su identidad.
Lu se pregunta como el amor puede emerger en una vitrina cuando la expresión de una entrega tan personal se convierte en una exposición virtual.
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Tu cuerpo
un mapa autentico
en la ruta del silencio
sin miedo a perder
la intimidad.
Hay cuerpos que han perdido
la sombra y sus orillas
así vagan sin limites
sin preguntas.
El alma
vive en paz
cuando no la toca lo ajeno
y la mirada
de sus propios ojos.
Busca refugio en la penumbra
la autenticidad de una flor
se vuelve nada
cuando las miradas
desgarran su identidad
la brisa cubre su cuerpo desnudo
como una forma
de encontrar la naturalidad
intima del amor.
En esta ciudad
se vive bajo la luz
en una vitrina
se pierde la sombra
ser uno mismo
una feroz provocación
a un sistema despiadado
que triza la intimidad.