El piso está frío, lo siento en mis pies,
como un muerto pálido sin porqués.
La loseta inerte, distante, glacial,
me habla en silencio de algo mortal.
Hoy no me siente, ni yo lo consigo,
es un suelo extraño, no somos amigos.
Camino por él, pero ni un latido,
como si nunca hubiera existido.
El frío se cuela, pesado y constante,
una caricia absurda, vacía, distante.
Y yo, en mis pasos, perdido y callado,
me arrastro sin rumbo, cansado y helado.
Hoy no me siento, soy humo en la brisa,
una sombra débil que nadie precisa.
El suelo tampoco me busca o espera,
es un pacto inútil: hielo y quimera.
Si la loseta me ignora, yo hago lo mismo,
somos dos cosas hundidas en el abismo.
Y así se desliza el día inclemente,
sin alma, sin causa… hoy no soy gente.