Gira en mi pecho la semilla verde de la flor
la cual mañana será la voz a veces muda
tan humana como la rama de olivo
que llevamos en una mano
y en la otra la oración
por los demás y no por mí
cuando ahora me doy cuenta
que debió ser a la inversa
para haber conocido mi piel de primera mano
y apropiarme de la libertad que ahí se anida.
Desearía que así se escribiesen las historias
cada una con su letras y sus tiempos
y con sus partos y con sus duelos
y sus quimeras resistentes a los vientos
para ofrecer la esencia de lo nuevo
para que sean hidalgas las travesías
cuando despleguemos las alas y mostremos lo que esconde
las venas heridas de nuestros propios obreros
así poder tener mi visión y ver su puerto
y sentir la pulsión de lo que me es cierto
y lo sincero de mi propio credo
que es lo que yo soy y lo que puedo
rostro de lo eternamente verdadero
eso que anima lo justo y lo bueno
como lo fue de otros para mí, sus quimeras y sus silencios.