Sentada en la orilla sin pensar nada,
olía la brisa y escuchaba lo que me susurraba el alma,
lo veí y yo corría y corría,
no sabía de que huía,
Abrí los ojos y vi lo que sucedía,
sin hacer otra cosa cojí y salté,
y una vez allí ví lo que me seguía,
era mi razon de querer.