Siempre quise yo un milagro
y pasado el tiempo vino
se llamaba ella Milagro
y bebimos mucho vino.
Ella fue como la cura
que encendió pronto la llama
y de pronto frente al cura
a casarme ella me llama.
Él tenía listo un libro
y yo pensé, ahí en su casa:
«si me corro, yo me libro;
y si me quedo, me casa».
Y encendieron una vela
en la tarta por partir
pero me embarqué en la vela
donde me vieron partir.
Si ese día no me vengo…
¡De seguro ella me mata!
Por rencores no me vengo,
doy la flor de hermosa mata.