Raiza N. Jiménez E.

Entre Mores.-

Evocaba con reservas lo que fue mi infancia.

Hubo tantos saltos en la niñez que fue difícil.

Sentía rechazo al cambio y las inconstancias.

De cierto, miro atrás y entiendo, no fue fácil.

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Los arraigos y costumbres, edifican las vidas.

Los niños no entienden eso de: es necesario.

El niño suma y solo desea, caricias florecidas.

Él suele aceptar el amor, aunque, sea precario.

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Duro es el canje qué, dejan atrás, los amigos.

No se muda sólo el cuerpo, también, el alma.

No calma este apego, eso de: Estás conmigo.

Las mentiras agravan, más aún: El ten calma.

 

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¡Por la verdad, murió Cristo, decía, la Abuela.

Y mi mamá la miraba con, sus ojos de canela!