Te soporto cuando callas y pareces muerto,
Me ignoras todo el tiempo y mi soledad ni te roza.
Parece que el frío corazón se te haya helado
y parece aun que un clavo te punzara el tórax.
Como todas las cosas señalan tu existencia,
Emerges de todas ellas y amargas mi alma.
Moscón de pesadilla unido a la malquerencia,
sin pretender me evocas desmedida desgana.
Te soporto cuando callas y lejano pareces.
Y sigues quejándote, polilla discordante.
Me escuchas desde lejos y mi voz se enmohece:
Deja que me libere del silencio constante.
Deja que te pague también con mi silencio,
limpio como un cristal, como el agua transparente.
Eres como una cueva oscura, fría y húmeda.
Tu silencio es un trueno, demoledor e hiriente.
Te soporto cuando callas y pareces muerto,
distante y orgulloso como un alma ausente.
Una mirada entonces, un gesto huraño bastan,
y deseo con todo mi ser que sea incierto.