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Aquellos días deambulaba por mi vida
bajo unos rayos de sol que doraban mi piel.
El cauce de mis venas se desbordaba
y el tiempo martilleaba implacable en mis sienes.
Aquellos días pensaba mucho en ti,
mucho en mí, en nosotros…
recordé todo lo vivido, todo lo sentido
y aquel amor sucumbió en mi pecho.
Nos recordé, respirando nuestro aliento,
masticando aquel aroma a tierra mojada,
bebiendo y saboreando nuestros fluidos,
entre gritos ardientes y sudores intensos.
Nos recordé entre cómplices susurros,
entre pasiones envueltas de caricias,
entre manos que se alzaban en el éxtasis,
conjugando dos cuerpos monocordes.
Fuiste el producto de mi fantasía,
te convertiste en rutina y alimentaste mis miedos,
dejaste tras de ti bastante rabia, después hastío
e interminables días sin pena ni gloria.
Ahora aquellas sábanas están vacías, frías,
ausentes y secas como nuestro corazón.
Ahora los cuatro ángeles que custodiaban nuestro amor
y nuestra cama… nos echarán de menos.
Ahora siento que voy muriendo poco a poco
y que el tiempo ya ha dejado de contar.
El sol se va escondiendo lentamente
y en la noche de mi vida, tú, no estarás.
Del poemario: Balas al corazón
Esta obra está registrada y publicada. Tiene derechos de autor.
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