¿Cómo puede lo efímero ser tan
insaciable en su ambición por poseer y controlar?
si el bien cede frente a la mezquindad
¿qué sentido tiene la verdad que emana de su boca?
En la nube de hongo sembraba pura perversidad,
tinieblas que consumen almas: bombas atómicas;
las empleó pocas veces,
pues concibió la fragilidad de su soberbia
al verse reducido en huesos y polvo.
No fue el miedo al invierno nuclear,
sino el otoño perpetuo que anidó,
un panorama estéril de hojas secas,
una arboleda seca de esperanzas.