PRESUNCIÓN
—¿No me querrás? Permíteme que ría,
puedes poner en olvidarme empeño,
decir al mundo que no soy tu dueño,
manifestar que nunca serás mía.
Y al oírme la boca me fruncía,
encantadora me arrugaba el ceño,
—“yo jamás seré tuya mi pequeño,
puedes seguir soñando”, me decía.
Ya las cartas están sobre la mesa,
a lo mejor te llevas tu sorpresa,
y vengas a mis brazos subyugada.
En mi lecho estarás, ¡eso lo juro!
Serán míos tus besos, te aseguro,
esta noche yo espero tu llegada.
KIN MEJIA OSPINA