Sombra y luz mezcladas,
una chispa que arde sin descanso,
en el vaivén de los días,
como un río que fluye sin retorno,
cargado de preguntas sin respuesta.
Es un juego eterno,
ser y no ser al mismo tiempo,
deseando abarcar el cielo,
mientras los pies se hunden en la tierra,
enraizados, y al mismo tiempo, flotando.
Cada paso nos inventamos,
moldes de antiguos deseos,
que forjamos y rompemos,
en el intento de ser algo más
que el polvo de estrellas en el viento.
Existimos, tal vez,
en el eco de las voces,
en el sueño de otros ojos,
reflejando nuestros propios abismos,
buscando sentido en los reflejos.
Y así seguimos,
en la danza del silencio y el ruido,
construyendo castillos de polvo,
sabiendo que nada permanece,
y aún así, abrazamos la eternidad.
Justo Aldú
Panameño
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