No acudas con tu viento desatado
a intentar ser brisa en el estío,
pues el agua que se escapa entre mis manos
no saciará la sed de tu largo viaje.
Mi cabello, marchito por el olvido,
narra historias de un tiempo lejano;
no vengas a ofrecerme las verdades
que la nada ha tejido en mi morada.
No anheles que la noche sea infinita,
ni guardes en sombras los secretos oscuros,
pues la verdad se revela tras los muros,
y la mentira, en su luz, se marchita.
No temas cruzar el límite que trazo,
pues el regreso es un enigma sin forma;
no tengo más que lo que el tiempo ha dejado,
ni menos que lo que el destino reforma.