Cinco minutos bastan
para desentrañar el misterio
de tus ojos que me miran,
para sentir el temblor de tus labios
que susurran promesas al viento.
Cinco minutos son un mundo,
un universo contenido en la fracción
de un suspiro, un latido, un latido más.
En ese breve intervalo,
la eternidad se asoma y nos envuelve.
Cinco minutos son la distancia
entre la duda y la certeza,
entre el miedo y la esperanza,
un puente que cruzamos juntos,
sostenidos por la fe en el amor.
Cinco minutos, nada más,
y todo cambia, todo se transforma.
Tus manos en las mías,
tus palabras como bálsamo
para las heridas del alma.
En cinco minutos, el tiempo se detiene,
los relojes pierden su tiranía,
y somos solo tú y yo,
sin pasado ni futuro,
viviendo el presente como un regalo.
Cinco minutos, y el mundo
se reduce a este instante,
a este latido compartido,
a este abrazo que nos salva
del abismo de la soledad.