Jorge Izquierdo

SIN SOLUCIÓN

 

SIN SOLUCIÓN

 

No es más que un día más,

allá por el horizonte

el sol se nos va asomando,

                       tímidamente, 

     -aun no llega a calentar-

Se adivina un día amable,

el tiempo acompaña al espacio.

 

Oculto tras la ventana

        -parapeto improvisado-

escucho a la urbe activarse,

la mañana se despierta 

y sube el pulso a la escena.

En una obra cercana

la melodía ruidosa

de la vida en construcción

me satura los oídos

y mientras tanto, a lo lejos,

cada vez se hace más fuerte 

el murmullo de los niños,

dirigiéndose al colegio

para forjar su futuro.

El bullicio de sus voces

me trae el recuerdo olvidado

de otros tiempos más felices,

de energías desbordadas

empujando hacia adelante,

formando parte de un todo.

 

El día se va animando…

 

Y entonces miro hacia abajo

y observo con desencanto,

en medio de tanto esplendor,

la imagen gris y apagada

de una pieza que no encaja…

 

                      …Lentamente,

el padre con paso doliente

empuja una silla de ruedas

que acomoda la condena 

de su hijo desvalido.

Cada paso es un suplicio:

-la pierna derecha vendada,

como una bandera blanca

que ondea su rendición-

Va arrastrando como puede 

el peso de su fracaso, 

asumiendo con tristeza 

que en el tándem que conforman 

es el más afortunado.

 

Lo del niño es otro caso:

su mal no se arregla con vendas,

no hay remedio para tanto.

Igual que un muñeco roto

al que abandona la infancia,

se resigna a estarse quieto,

es la desgracia hecha estatua.

Sentado en la silla, encorvado,

con el gesto decaído, 

se aturde mirando hacia el suelo.

Tan cercano y a la vez

                    tan difícil de alcanzar…

¡Imposible! ¡Quién pudiese caminar!

 

Me quedo pensando en los pasos

y llego a la conclusión

de que a esta procesión,

los fieles la han traicionado.

Y así los veo marchar

acercándose despacio

a la masa acelerada

que acaba por engullirlos,

                    por anularlos,

cual si no significaran.

Allá va también ese niño

a forjarse su futuro, truncado,

tan incierto como vano.

 

Quisiera acabar esta historia

hablando de la esperanza,

quedarme con el principio,

con la super-acción,

pero no siempre se gana,

a veces se agotan las fuerzas

para enfrentarse a la vida

y se enquistan las heridas.

A veces no hay solución…

 

           LUJITAR  (21-9-23)