Alexandra L

Planeta Feroz

A la deriva el alma, suspendida en la riada
navega ahora a solas sobre aguas pausadas,
de pena desgarrada, desnuda, dolorida
el barro en las heridas, transformadas en llagas.

No hay luz en la mirada, a pesar que el sol brilla

mirar hacia la orilla, donde no queda nada
era la madrugada de tempestad, de espanto,
la lluvia se hizo llanto, el viento se hizo espada.

Tímido amanecer de ojos al asombro,

y mezcla de pasiones, se escapan en el llanto,
hay frustración, quebranto, también profunda decisión,
esencia, puro amor que es  magia, es encanto.

Las tardes nacaradas, de rosado y añil
regresaran  y al  fin;

por sobre el entorno nacen sueños,
que el hombre volverá a construir.

Pena, que inmensa pena, cuánto dolor abruma,

 no hay estrellas, ni luna, tras la tormenta tiemblan,
quedan sobre la tierra las huellas del desastre
que ha cobrado con sangre, no respetar las reglas.

Más desde los orígenes, desastres naturales

al hombre han golpeado, y se ha recuperado
impreso está en su ser vencer, no ser vencido
Y con sudor y sangre abonar el camino.

Tiempo, tomara tiempo y también reflexión

aprender del error, es poder superar,
entender, aceptar que en la naturaleza
se encierra la belleza y la ferocidad.