En la mesa brillan delicias sin par,
queso y vino helado, mi modo de amar.
Los poetas suspiran por amores perdidos,
yo encuentro mi esencia en sabores queridos.
El queso, robusto, con carácter divino,
mientras el vino, frío, embriaga mi destino.
¿Acaso hay un alma más pura que esta?
¡Dejad las tragedias, esta es la fiesta!
Que hablen de odios, de guerras y penas,
yo elijo mi queso sin tantas cadenas.
Mientras el mundo se ahoga en su drama,
mi vida se ríe, el placer me reclama.
Así, en la mesa, mi verdad resplandece,
queso y vino, la vida se establece.
Reflejo de un alma que elijo sin miedo,
un banquete perfecto, ¡mi único credo!
Y si el amor es un juego sincero,
me quedo con el vino, y el queso primero.
Que el sarcasmo rinda tributo a mi anhelo,
pues en esta delicia, hallo mi desvelo.