Expiación.
Luego de siglos se postró,
arrodillado hasta el rostro
y derrumbado el ego,
aquello que ante Dios es tan pequeño,
así abandonó su ser,
el amargo sabor del orgullo,
cual mariposa dejando el capullo
logró desaparecer.
Cerró sus ojos,
se sabía un despojo,
y juntando las manos,
de sus secretos más arcanos,
hiló una oración.
Sí, había llegado
el día de su expiación.
Idiher Quirós Calvo.
(31/10/2024).