**Apnea**
Respiro en vano, perdido en tus figuras
que me cercan;
tu ausencia, ancla implacable,
me arrastra en su marea sin fin.
El aire pesa en mi pecho,
un susurro que nunca cede,
y en el abismo de tu olvido
me hundo, ahogado en su desvelo.
Tus huellas se borran en la arena
bajo el viento feroz,
desvaneciéndose como espuma
en la orilla donde el tiempo se encadena.
Yo, sumido en promesas
que el destino arrebata,
busco un aliento en las olas
que revientan en espuma blanca;
mi voz es solo un lamento,
y me hundo… me hundo en este silencio.
Corales del ayer, afilados, me hieren;
algas invisibles se enredan
en mis pies cansados,
como recuerdos que no mueren.
El tiburón del miedo acecha;
sueños que se disuelven
en profundidades sin fin.
Un grito me llama, sin remedio;
un destino oscuro teje su red siniestra.
El agua me cubre,
un frío velo implacable;
cada latido se apaga,
arrastrado al abismo
donde el dolor es insoportable.
Aferro sombras entre mis manos,
mientras mi cuerpo en suspenso
se hunde sin rumbo
en un mar de olvido creciente,
donde todo se vuelve inmenso.
Mis manos, refugio de caricias,
se disuelven como arena
bajo el peso del destino.
La soledad golpea
con su brisa oscura;
y la apnea del amor perdido
es un final mortal.
El agua salada arde en mi garganta,
feroz,
y el eco de tu risa,
como un golpe seco,
estalla en mi pecho,
ahogando lo que queda
en esta escena fatal
donde todo es desvelo y desdicha.
Tormentas rugen en mi pecho;
cielos… que se quiebran,
como tus palabras,
desgarrando la piel
y dejando cicatrices eternas.
En cada trueno escucho
lo que fue callado;
el viento arrastra tu nombre,
como cincel implacable
esculpiendo mi dolor en su trazo.
En las noches, naufrago
entre sueños sin puerto;
las estrellas se apagan
como si el tiempo olvidara
la luz de un amor
que en sus brasas ya ha muerto.
En la apnea eterna,
donde el aire es incierto,
el amor es la luz
que se apaga y no regresa.
Atrapado sigo
en esta apnea infinita y fría,
bebiendo la sal de recuerdos
que susurran y no mueren,
y el amor, un silbido lejano,
se pierde en el silencio que ahoga,
como un grito sordo en penumbra,
mientras en la opacidad de este océano perdido,
nos convierte en la sombra de lo que fuimos.
En el silencio eterno,
donde el agua se vuelve hielo,
me hundo,
y el amor,
se convierte en mi prisión.