De calacas, almas y cempasúchil.
Traen ofrendas para muertos vivos,
el jolgorio de huesudas en sus filas,
¡qué sarcasmo que en tumbas tan tranquilas!
La vida se regresa sin motivos.
Con cempasúchil hilan los caminos,
y entre el incienso vuelven cercanías,
de aquellos que en la sombra son vigías,
buscando los olvidos peregrinos.
¡No lloren por los muertos, ríen solos!
La muerte va cantando su ironía,
en sueños burlones, luto en papel,
Nos queda su perfume tras los dolos,
cubriendo con su vieja melodía,
y la muerte, escribe en hojas de piel.
La bruja Irreverente.