Es este el mundo donde me han condenado
a ver siempre la misma sombra en la pared,
a jugar con el aire con un simple cigarro
cuyo humo da formas a lo que aún puedo ver.
Toda mi imaginación sabe a un gran pecado
donde amargas lágrimas calman mi sed,
donde mi carne y mi alma me hacen tan humano
mientras el reloj aquí gira, pero al revés.
Tiembla el miedo que en mí quedó abandonado
mientras como un cristal roto, trato de unir al ayer,
con orfandad de caricias en mis manos
y un espíritu que a mi mente le arrancó su fe.
Es esta soledad donde me han amarrado
las febriles pasiones que no supe retener,
y es este mundo donde me han sentenciado
esperando aquello que, ya nunca, jamás ha de volver.