De la tierra, yaciendo en lo profundo
ángel difunto, demonio primero,
apagado quien antes fue lucero
Lucifer suspira en el submundo.
Si acaso antaño, fiero e iracundo,
primigenio portador del acero,
reo del castigo más severo
permanece manso y meditabundo.
De dudas y pensamientos fecundo,
abandonado en su reino postrero,
proclama un testimonio fiel, sincero,
resonando así un eco moribundo.