En las afueras de una ciudad infinita se encuentra la piedra del silencio. Un memorial a aquellos habitantes que aferrados a la tierra latina bebieron agua de los ríos, se bañaron en sus cascadas, meditaron en húmedas rocas, y gritaron por su tierra y lloraron por el cementerio sagrado de sus ancestros sumergido bajo el agua.
Un día de libertad, sus gritos despertaron las raíces de los árboles. En un instante llego el silencio que gira en la montaña, quizás hasta que la paz desate la tierra esclava.
Habitantes fantasmas dejan flores frente al santuario; aun oran en silencio.
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Hay cosas extrañas en la memoria
cuánto silencio habita
en el pensamiento y el alma.
La oración es un grito
del alma
la palabra callada
no es más que el miedo
callado en la violencia
así el viento muere entre el follaje
y las flores silvestres del camino
una historia olvidada.
Hay nombres
tallado en la piedra
la justicia
no debe borrar las huellas de la libertad
el tiempo
transforma en silencio
los gritos de vida.
Cada piedra
contiene la luz de una historia
un refugio infinito
que la memoria
con sus grietas como heridas
que nunca cierran
no confunda el silencio
con la verdad
y la oración con la esclavitud.
Una piedra en su calma
guarda el alma
un pueblo imaginado
y un suspiro de historia
que los ancestros recuerdan
cuando la paz
cuando el silencio
se enreda en el poder.
En la piedra
se pinta corazones
mensajes inentendibles
se derrama pintura
es que la memoria ha perdido
pero la verdad vuela en la montaña.
En la piel de la piedra
hay un grito
de justicia que no se apaga
y una libertad que no muere.
La memoria parece débil
la verdad una piedra
santuario vivo del tiempo…
¿Quién aprende sin memoria?