Te quise, tanto que en todo te engrandecía. Te ame profundamente que cada cosa maravillosa que veían mis ojos me parecía siempre ver algo tuyo que hasta lo creía sagrado.
Llore por estar ausente, por la impotencia de querer estar a tu lado y no poder, rogé, suplique por tener un espacio pequeño en tu corazón.
Así pasaron días, años tratando de encontrar un solo motivo para correr a tus brazos, quizás en mi mente tenía algunos pero a mí corazón no convencieron, era pasión, lujuria, placer y también locura; más no una razón lógica y fuerte como para dejarlo todo de repente e ir en busca de quien en algún momento me sacará de su vida.
No niego el sufrimiento que causo tu ausencia entre líneas a mi alma enamorada, me costó algunas lágrimas y también insomnios y aún sabiendo de tu ingratitud llene páginas enteras de versos dedicados para ti.
Hoy al recordar promesas sueltas que no se cumplen. Al mirar los te amo que se dicen al azar, y ver ese mundo maravilloso que construia para los dos solo queda agradecer y soltar para que vueles por tu cielo, y ese idilio quede guardado para quien llegue a adueñarse por siempre de mi amor.