\"Mare, tinc por;
tengo miedo a la tormenta;
vamos a la cama, mare,
a acurrucarnos en ella
hasta que se vaya lejos
y si se va, me despiertas.
Mare, tengo miedo;
parece que un mar se acerca,
un enorme monstruo de agua
que está llamando a la puerta.
¿Y si consigue entrar, mare?
¡Que se vaya! ¡Que no venga!\"
\"No, mi amor, duerme tranquila
que no pasará la puerta.
Yo te contaré mil cuentos,
todos los cuentos que quieras
y llegará la mañana
al instante en que te duermas\".
\"¡Qué negra es la noche, mare!
¿Sigue cerrada la puerta?
¡Déjame que me levante y
que por la ventana vea!\"
\"No, mi amor, sigue en la cama.
Te meceré cuanto quieras\".
\"¿La abuelita estará bien?
¿No le hará daño a la abuela?\"
\"¡Claro, cariño, tranquila!
No traspasará su puerta.
Ella está pensando en ti
y quiere que seas buena\".
Ni los brazos de una madre,
ni las canas de una abuela,
ni el candor de una chiquilla
pudo parar la tragedia.
La mañana solo halló
desolación en Valencia.