Mientras estudiaba en la universidad, viajaba a la provinciade mi niñez durante las vacaciones semestrales, en Semana Santa, temporada de fin de año... en fin... Me gustaba viajar en microbús, debido a que el tiempo de viaje se reducía entre dos o tres horas. Llegué al terminal con un retraso de 15 minutos, debido al intenso tráfico de temporada de vacaciones.
Grande fue mi disgusto al acercarme a la ventanilla de venta de tiquetes de viaje, para solucionar el problema.
_Buscaremos un cupo en la buseta que sale dentro de una hora_ dijo la empleada. Entonces busqué un puesto en la sala de espera y mientras tanto me dispuse a leer uno de mis libros favoritos, que me había regalado un ingeniero alemán, amigo de mi familia, cuando me gradué de Bachiller:
\"Time and it\'s Mysteries\" subrayado y con notas mias en los bordes, en mis intentos de tamizar los misterios del tiempo.
Pasada una hora, una voz masculina informó por los altavoces:
\"Pasajeros con destino a... favor abordar su vehículo por el muelle
número...\" así que tomé mi pequeña maleta, me tercié el bolso canguro a mi espalda y salí. Eran las 8 de la noche.
El ayudante colocó sellos a las maletas de los pasajeros y las colocó en el baúl del vehículo. Cómo la mía era de mano, iría en las canastillas interiores dispuestas para los puestos.
El terminal estaba atestado. Recordé los ojos sin fondo del chófer, su color marrón extraño. Vi la cara gris del chófer suplente y su voz con aire triste. Al salir del terminal, el voluminoso tráfico aumentaba el calor. Llegamos por fin a la autopista sur y empezó el viaje que conocía de memoria. Saqué del bolso la caneca de Brandy que había comprado para contrarrestar el frío y en la tapa, en forma de copa, eché tres porciones que bebí con placer.
No sé cuándo me quedé dormida, desperté cuando sentí que la especie de cama rodante se había quedado estática.
¿Dónde estoy? Grité en la oscuridad? ¿Estoy muerta? Estoy en el infierno? y escuché una carcajadas diabólica que provenía del asiento del conductor
_Usted no está ni muerta ni en el infierno _ dijo- solo durmió como una piedra. La llamamos y no se despertó. Los otros pasajeros abordaron un autobús grande de la misma empresa _ dijo-
¿Y el ayudante? _pregunté- fue con los pasajeros del transbordo. Usted debe esperar el próximo micro. _Dónde estamos? En la vuelta del Diablo _ dijo-
Mi piel se erizó y el corazón casi se me sale del peco. Miré el reloj electrónico en mi muñeca izquierda. Eran las tres de la mañana.
Trasbordé al microbus . No volví a dormir. Llegué a casa a las doce del día, me di una ducha y pasé al comedor. En las noticias, se destacaba la de un accidente de un bus con sobrecupo, precisamente el que abordaron los otros pasajeros, mientras yo dormía como una piedra...