Qué prueba pone el destino
qué reprobó mi tardanza,
si la muerte no me alcanza
en este ingente camino;
y qué… si al dolor me espino
como buscando la muerte,
(si el sufrir) es ya no verte
prefiero vivir mil años
que vivir en los engaños
y dejar. Yo. De quererte.
No puedo pedir manzanas
al durazno que da sombra,
por eso mi ser te nombra
…¡como el tañír de campanas!
porque a mi paso tu hilvanas
todo un manjar de sorpresas,
aligerando las pesas
que pesan sobre mis canas.
Por eso son mis mañanas
-recuerdo- Cuando me besas.
No supongo lo que miro
porque el amor no supone
ni tampoco antepone
la brisa como un suspiro.
Por eso creo que respiro
aunque la muerte intimida,
porque tú me has dado vida…
así sé que ni la muerte
dejará que pueda verte
(aunque) desangre una herida.