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Llegó sin avisar. Despiadado.
Ladrón de vidas y de historias,
convidado de piedra,
¡desgraciado!,
que entre los muros de la memoria
se filtra, esperando agazapado.
El hastío ya ha llegado,
el olvido, tu mente va llenando
cumpliendo la consigna obligatoria
de este mal que te ha enviado
esta especie de locura transitoria
que se queda para siempre a nuestro lado.
Casi todo se ha borrado,
no quedan penas, ni glorias.
Ni esposos dolientes,
ni hijos criados.
Y una soledad callada y perentoria
nos deja abatidos, desolados.
¿Dónde han ido tus sueños?
¿Dónde los recuerdos?
¿Y el primer amor y el último beso?
La sonrisa eterna, los ojos traviesos.
¿Dónde iras ahora
sin camino ni trayecto?
Un corazón vacío,
unas torpes manos.
El tiempo transcurre sin moratorias.
No hay plazo para unos ojos resignados,
ni para conseguir una victoria
sobre ti. ¡Malhadado!
Del poemario: Cosas que nunca dije
Esta obra tiene derechos de autor y será publicada en breve.
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