Calavera de obscuridad,
guardiana de mi ciudad,
tú que observas en silencio,
esperando poderme llevar.
Aquel abismo de tinieblas,
del que todos murmuran,
y del que nadie se escapa,
donde el tiempo se fractura.
Tú que aguardas con calma,
un alma para saquear,
arropada en sus pecados,
a la que jamás has de perdonar.
Te rinden culto en sus miedos,
pero no vislumbran tu misericordia,
pues te apoderarás
de aquellas almas perdidas,
que anhelan su redención.