Concibes al juego de la vida
insólitamente en conflagración sin vencimientos,
en el cual todos se sujetan arcanamente a las reglas del amor,
acto que ocurre una vez y con perennidad,
una guerra por invitaciones para el reto
de apostar todo con tu alma de fuego,
¿me animaré a correr el riesgo?,
gracilidad y sortilegio de fantasía,
quizás lo haga por amor...
que amando es como rindo pleitesía,
que los labios forjan besos en su emulación
solamente por los efluvios del embeleso
-los que dispersándose van sobre las llanuras-:
dichas, serenidades y donosuras
con el sabor de gloria y felicidad,
probando desde ya un poco de eternidad.