En un jardín donde brotan las rosas,
Me miro pequeño al lado de la sombra del rosal.
Mis petalos se curvan, fragiles.
Pues yo no tengo nada especial en comparación con todas las flores que veo brillar.
Los girasoles alzan sus cabezas al sol de tu sonrisa;
Yo, en cambio, me inclino hacia la tierra de tu indiferencia.
Mis raíces se enredan en la inseguridad.
Mientras otras flores se mecen con la brisa de tu tocar.
Mis hojas tiemblan al viento.
Cuando las azucenas se yerguen altivas al sentir tu aliento.
Y las palabras de quienes rodean a mi amor…
Se convierten en espinas que rasgan mi tallo.
En la sombra de estos majestuosos árboles,
Me siento como una tonta y boba margarita;
Anhelando ser vista, apreciada, sentida…
Pero temiendo siempre no florecer lo suficiente a tu vista.
Mis colores se palidecen junto a los lirios que buscan tu aroma.
Y el olor de las gardenias, cuales siento como competencia, me ahoga.
Pues me comparo en cada rincón del jardín.
Creyendo que mis flores no son dignas de tu amor.
Pues ellas son tan especiales, tan bellas e intelectuales.
Flores fuertes y de
dulce aroma, con las cuales nunca estaré a pares.
Mi corazón se marchita por mi frágil tallo.
Señal de que en este jardín… yo ya soy de antaño.