Es tu rostro;
Una fiesta sonora de incalculable belleza,
Es el candil de tus manos quien dibuja las notas
En la flauta de sutil melodía;
Y cuan, embriaga de éxtasis profundo
La ternura de tu sinfonía.
-Y apareciste como una Ada en la oscuridad,
Esa noche que ni sabía quien soy;
Iluminando los oscuros rincones de mi soledad,
Apartando de mí; la nostalgia que me invade
Y hundiese en la frescura de tu risa,
Aquella, mi magistral seriedad.
Improvisaste cual Juliana en el Tíbet,
Más allá de tu silueta noctámbula - apareciste;
Inundada de una inicua inspiración
Y aquel rostro hermoso se borro cuando te fuiste.
El alba enarbolada,
No logro tu rostro dibujar;
Desapareciste en la madrugada
Y aún, no te he podido encontrar.
Me ha regalado tu rostro un emisario,
Ese guardián que ha de protegerte;
Y solo quiero que tengas presente,
Que no descansare hasta volver a verte.