Aprendimos a besarnos descaradamente
ante el escrutinio de todos
sin siquiera tocarnos los labios.
Aprendimos el sabor de nuestros besos
utilizando cigarrillos mentolados como mensajeros.
Aprendimos a diluir con nicotina nuestro deseo
ese mismo que se nos colaba en la sangre
mientras nuestros pulmones pedían por dulce aliento
Aprendimos a pronunciar italiano
susurrándonos la misma canción en repetidas ocasiones.
Aprendimos a tocarnos la piel
abrasándola con la mirada.
Aprendimos a despojarnos de nosotros mismos
aprendimos a pisotear los celos
aprendimos a valorar la ausencia.
Diseñamos un código tan simple
que solamente los tontos lo entienden
hablábamos en un idioma tan claro
cuya sintaxis era franca y cuya semántica se resumía
en el sabor de nuestras feromonas.
Aprendimos a besarnos a las luces y a las claras
usando cigarrillos como mensajeros...