Venían en cadena,
las naves del insomnio.
El pelo encanecía
de recitar poemas.
Y yo era el mar y el mar,
era bueno conmigo.
Venían en hilera
todos los pensamientos.
La luz era amable
y alumbraba el poniente.
Venían en hilera
la ausencia y el olvido.
Amorosa, esperaba
las sombras en la noche.
Y yo, era el amor.
Y Dios,
era bueno conmigo.