Nacemos sin elegir, pero compartiendo la sangre,
Felices al crecer, atiborrados de risas grandes.
Desconociendo de la vida las espinas,
Pero juntos, enfrentamos las colinas.
Cada uno en su camino, vidas distintas,
Pero unidos por el abrazo de una madre bendita.
Y su preocupación, que nos sujeta en un lazo,
Nunca pensamos en separarnos, ni un paso.
Jamás mancillar lo que nos hace uno,
Sin prever los desafíos que la vida depara.
Y aunque la muerte segura nos espera,
Nuestro lazo de hermanos, nada lo altera