De una estrella lejana,
extinguida,
luciendo cual candil
en la barroca noche
de negritud cargada,
la leve claridad
de su atezado rostro
el mio va calmando.
Su llama se apagó,
hace una vida,
como mi amor
ceñido a la mirada altiva
de un rostro sublimizado,
que relumbró mi pasado
y hoy se extingue
en estos versos
aceptados y apagados.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO