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**~Novela Corta - El Vestido Blanco~**

Novela Corta: El Vestido Blanco

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez Sánchez

Seudónimo: EMYZAG

Comenzada: 31 de octubre - 1ero - 4 de noviembre de 2024…

Publicada: 4 de noviembre de 2024…

Terminada: 4 de noviembre de 2024…

Editada: 4 de noviembre de 2024…

Mi #40 de novelas cortas en el año 2024…

Mi #195 novelas cortas hasta el año 2024…

7016 Palabras 10 Páginas





~ * ~Sinopsis:

~ * ~Mariangel se casa con un vestido blanco muy hermoso y de ensueño, pero, la sangre corre en el vestido de blanco cuando en la noche de bodas con la espina de rosa se corta Mariangel y mancha a su vestido blanco completamente…

 

  



Sucesos:

 

  1. Mariangel conoce a Eduardo en una cafetería…
  2. El compromiso de Mariangel y Eduardo…
  3. Mariangel piensa en el pasado con un viejo amor…
  4. Mariangel desea convertir su vida en un cuento infinito de hadas…
  5. Mariangel prepara su compromiso de bodas con Eduardo…
  6. Mariangel se quiere casar con Eduardo un día sábado…
  7. Mariangel recibe un bouquet de 30 rosas rojas con espinas en su habitación de soltera…  
  8. Mariangel se viste con el vestido de blanco…
  9. Mariangel desea y toma una rosa entre sus manos para olfatear el aroma de rosa…
  10. Mariangel con el vestido de blanco mancha completamente de sangre a su vestido de blanco y muere de hematofobia (miedo a la sangre)...



La tarde es de hermoso flavo color. La tarde realiza un flas en el cielo, es un destello fabuloso de un ígneo color entre las entrañas rojizas del atardecer. Mariangel es una joven hermosa, de ojos café, cabellos negros y es como la princesa del cuento infinito de hadas. Mariangel se intensifica la soltería como transcurre el tiempo sin tener a algún novio como relación amorosa en su vida. Mariangel camina desoladamente por la acera en ese lindo y bello atardecer. La vida de Mariangel se torna exasperada por hallar a algún novio que la corteje, que la ame, que sea apasionado, detallista y muy amoroso. Mariangel camina lentamente por la acera en el hermoso atardecer donde la vida va y viene dejando inerte al sol con color ígneo en el cielo mismo. Mariangel en ese ocaso inerte, inmóvil, intrascendente y muy colorido va en busca de tomar un café. La muchacha está sedienta por un café. Mariangel mira a una cafetería a su mano derecha por la acera por donde va caminando, pernocta para entrar en la cafetería y poder tomar un café. La tarde estaba fría, a pesar del ígneo color y de las entrañas rojizas que cubrían el cielo en el atardecer. Mariangel desea tomar un café y calentar el cuerpo con un pocillo. La vida de Mariangel sucumbe en un trance de un amor pasado que la abandonó por otro amor dejando una herida marcada que ella no quiere ni recordar. Mariangel recorre de punta a punta y de esquina a esquina por toda la acera entreteniendo a su vida y buscando amistad con gente desconocida para ella. Mariangel entra por segunda vez a la cafetería y toma un café para calentar su cuerpo con el frío del atardecer. Mariangel conoce a varias personas, pero, ninguna le llega al corazón como amor. Mariangel, en un trance y delirio perfecto, observa entrar a un hombre, rudo, tenaz y corpulento por la entrada de esa cafetería a tomar un café al igual que ella. Mariangel observa a ése hombre como el hombre más perfecto y el más adecuado para ella. El hombre rudo, tenaz, y corpulento se sienta al lado de Mariangel y le ordena a la mesera por un café con leche. Mariangel, atónita y anonadada con lo que mira queda estupefacta visiblemente. Los ojos de Mariangel quedan absortos, seriamente callada,  en un silencio inmutado y muy callado. Mariangel quedó seriamente devastada, tan destruida de ojos por mirar, observar a ése hombre entrar por la puerta principal y más sentarse al lado de ella, entablando una conversación después de ordenar un café a la mesera. Mariangel conoce a un hombre llamado Eduardo. Eduardo antes de conocer a Mariangel era sólo un Gigoló, pero, eso lo dejó cuando la última vez tuvo problemas con el esposo de una mujer con la que él solía salir a fiestas a divertirse con ella. Eduardo dijo ¨stop¨, que no volverá a inmiscuirse con nada ni nadie por una mujer que lo mantendría. Eduardo y Mariangel realizan una linda, pura e innata conversación. Mariangel y Eduardo dialogan acerca del café, sin decir ni expresar nada de sus vidas íntimas. Mariangel habla de un viejo amor que la abandonó por otro amor y Eduardo que es un Gigoló. Mariangel y Eduardo se preparan a tener la más efervescente de las vidas y más unidas cuando intercambian números de teléfonos para continuar la conversación porque se agradan uno al otro, desean perfeccionar más la conversación y seguir la relación para saber hasta donde llegará. Mariangel desea todo con el jovenzuelo, ¨ good-looking¨, un joven corpulento, muy bien ejercitado y que tiene fama de Don Juan. A Mariangel le agrada el joven, desea conocer más profundamente e internamente más hondo la relación entre Mariangel y Eduardo. Eduardo un hombre serio, pero, muy fiestero, le agradan las fiestas, las discotecas y los pubs, para conocer señoras de edad que lo mantengan, pero, cuando conoce a Mariangel todo cambia en su vida, en sus relaciones, en el punto de vista y en la linda perspectiva de creer que su modo de ser cambiará para mejor y para un bien común entre Mariangel y Eduardo. Mariangel difiere en saber que la vida no cambia y que en el camino todo ha de salvar la relación cuando ellos se complementan para salir airosamente bien y todo con la perfección de Dios. 

El santo matrimonio para Mariangel lo es todo. La abuela y madre de Mariangel se casaron con el vestido de blanco, con ujieres y con un festín inmenso. Mariangel dice que el matrimonio lo era todo porque vestirse del color blanco significa pureza, el alma impoluta y el corazón enamorado y, así, era ella, hermosa como la inmensa rosa. Eduardo, después de un año de relación, decide comprometer a Mariangel en un compromiso para toda la vida y poder vivir el resto de sus días juntos. Eduardo petrifica la idea de creer que el compromiso con Mariangel será eterno y que el amor perdurará para toda la vida. La vida de Mariangel es querer llegar al matrimonio, vestir con el vestido blanco para entregar alma, pureza y amor en el corazón. Eduardo decide comprometer a Mariangel en un santo matrimonio, en un enlace nupcial, en el cual, se profese todo el amor que puede otorgar. Mariangel sorpresivamente acepta el compromiso innato de Eduardo para suprimir su estado emocional y olvidar a aquel viejo amor. La vida de Mariangel se aferra a que el matrimonio es puro, intacto e ingenuo cuando por contraer matrimonio se siente como una adolescente al cumplir su sueño con ese compromiso entre Eduardo y ella. El compromiso de Eduardo se da de la mejor forma porque después de un año de relación se compromete Eduardo con Mariangel. Eduardo y Mariangel realizan un matrimonio convencidos en el amor forjando la vida, la esencia y la manera de poder amar libremente. Mariangel toma la vida importante y real cuando Eduardo, cerca de la playa, compromete a Mariangel en santo matrimonio. La vida para Mariangel es sentirse feliz, atada al amor de un hombre que la ama en verdad por haber conocido en una cafetería para entrelazar las uniones entre hombre y mujer. El compromiso se da cerca de la playa cuando Eduardo decide comprometer a Mariangel en un compromiso ya celebrado cuando la jovenzuela le da el sí en comprometer su vida con la de Eduardo. Mariangel decide ser feliz con Eduardo, si la vida le ha otorgado la forma más vil de creer que nunca se casará con un hombre que la ame en verdad. La vida de Mariangel se entrelaza en un matrimonio venidero cuando ese compromiso le hace muy feliz. La vida de Mariangel se torna intrínseca cuando en el momento de dar un sí ante un compromiso se dedicó en cuerpo y alma a dar el sí en un compromiso de felicidad cuando en el alma de la muchacha se ve una felicidad trascendental. El compromiso fue en la playa cuando en el alma de Mariangel se ve la gran felicidad de que un hombre como Eduardo la ama como nunca antes. El compromiso se dio como el amor lleno de pureza, ingenuidad e inocente amor en el corazón entre Mariangel y Eduardo. Eduardo se arrodilla ante Mariangel pidiendo la mano de la jovenzuela hasta lograr el sí de la muchacha. Mariangel se dedicó a ser como la fuerza en el corazón y como una sola verdad inocua que trasciende hacia la única verdad de que el compromiso se dio como el sí más ambigüo, pero, tan real como la impoluta verdad, ingenuidad e inocencia en el mismo corazón. Mariangel y Eduardo se van a casar dejando la vida inerte en el mismo coraje de un corazón que sabe amar a un hombre o a una mujer. El compromiso se dio cerca de la playa demostrando que la vida y el corazón se intensificó más y más dejando inmóvil la sonrisa en los labios y en la boca un dulce sabor. La vida muestra el rico sabor, la inocencia y la ingenuidad en el mismo corazón demostrando que la vida va de vida en vida, dejando que el matrimonio entrelaza las vidas con un amor puro, inocente y tan ingenuo como la única verdad de que el instante se compromete en un trance perfecto de creer en el alma viva y llena de luz como amor dentro del mismo corazón. La vida de Mariangel en el trance de la perfección se siente en poder creer en el amor a toda costa y es el amor de Eduardo.

Mariangel contenta en su habitación de soltera sólo quiere ser la mujer más feliz del mundo con ese gran e inmenso compromiso entre ella y Eduardo. Mariangel en soledad en su habitación de soltera piensa en su cruel pasado. El pasado de Mariangel es un pasado oscuro, el cual, le atormenta cada vez que lo piensa edificando el tormento, la vida, el amor y la pasión en el corazón. Mariangel recuerda el pasado que no es cuestión de dolor sino un pasado lleno de ingratitudes cuando la vida le hace pensar nuevamente en el pasado oscuro de su pasado. Mariangel, sólo, piensa en un pasado donde hubo un viejo amor, ése viejo amor queda adherido a sus pensamientos, a sus sentimientos y al presentimiento por saber que el pasado oscuro quizás regrese a su vida, pero, a la verdad que el silencio le atormenta y le dicta que el pasado oscuro regresará a ella. La vida cuece el alma destronando la esencia de Mariangel cuando la verdad sale a flote queriendo ocultar a ese pasado oscuro, pero, tal vez, se revele y pueda relucir en su vida actual. La verdad para Mariangel es que la vida atormenta como la furia espeluznante y estrepitosamente abatida en demostrar que el pasado regresa a sus manos, a su vida y más a su corazón. Mariangel, sólo, pensando en su habitación de soltera, imagina que su pasado regresará a ella para poder descubrir que todavía ama a ése viejo amor. Mariangel decide no pensar más en ese pasado oscuro, pero, la vida, el temor, el miedo y el desastre se convierten en un terrible artefacto como misil que explota dentro de ella. Los pensamientos son los que van llevando a Mariangel al abismo o al precipicio vacío de un pasado tan oscuro como poder perpetrar pensar en el pasado oscuro que le atormenta la vida. La vida de Mariangel petrifica la vida, la forma y la manera de observar que en el alma se cuece un tormento eficaz como poder saber que regresó el pasado oscuro a la vida. ¡Ay, de ese viejo amor!, y si regresa a su vida ¿qué hará Mariangel? ¿Mariangel estará dispuesta a dejar a Eduardo por ese viejo amor? más no se sabe, sólo se sabe una sola cosa y es que el pensamiento, el sentimiento va y va desnudando al corazón. La vida transcurre como un pasaje de ida sin regresos cuando la muchacha sólo piensa e imagina que su vida queda truncada como un ave con alas quebradas cuando ese viejo amor quizás pueda regresar. Si, Mariangel seriamente quedó como el paisaje de ida y sin un regreso cuando en el alma se ve que esperó por un gran e inmenso amor y ése era Eduardo. Mariangel cuece en el alma por pensar y pensar en ése viejo amor, por el cual, la abandonó desde hace mucho tiempo dejando en el tiempo una caricia innata como poder no olvidar a ése amor que la abandonó por otro amor. Mariangel quedó con la fuerza, la voluntad en querer solventar la vida y la esencia marcando la vida que se va como se van los pensamientos, el sentimiento y la pureza de imaginar que todo ha sido por voluntad de un nuevo amor que ha llegado a la vida de Mariangel y es el joven Eduardo. La vida de Mariangel quedó sólo en el pensamiento, con mucho sentimiento pensó en ése viejo amor. Ella quedó con su propio sentimiento y pensamiento si sólo imagina que ése viejo amor regresará a ella y a su vida. El compromiso de Mariangel y Eduardo es todo para ella. Mariangel se halla feliz con el compromiso, pero, no, no puede olvidar ni trata de olvidar a ése viejo amor que un día la abandonó a su mala suerte. Mariangel quedó fuera de éste mundo como una sola verdad y en una sola realidad que el fuego de éste mundo son como las cenizas congeladas después de un fuego clandestino que fue un amor y no pasajero. La vida de Mariangel quedó como el instinto friolero y como la única insistente vida cuando en el corazón no olvida aún a ése viejo amor.

La vida de Mariangel queda como el instinto friolero y como el dolor de un solo final y como un presagio por delante de la pura verdad e insistente como un cuento de hadas. Mariangel sólo desea que su vida sea como un cuento de hadas aquel que siempre tiene un final feliz. La joven comprometida con el joven Eduardo siente y presiente que su vida es igual o se parece a un cuento de hadas tan infinito como la verdad, al fin y al cabo, con un final muy feliz. Mariangel, en su habitación de soltera, sólo, piensa e imagina que su vida es tan trascendental como un cuento de hadas. Mariangel sucumbe y zozobra en un trance en pensar que la vida atormenta como no se sabe futuro alguno, o si será una vida como un cuento de hadas y con un final feliz. La vida de Mariangel se aferra a que su vida sea y pueda ser como un cuento infinito de hadas petrificando el amor, la vida y la esencia de saber que la vida cosecha la vida como un final instintivo de quedar felizmente en enlace matrimonial. La vida atormenta como se siente como un pasaje vivo e inestable cuando cree que la vida llega a su fin sin un final feliz. Mariangel comprometida con Eduardo se ve en la encrucijada de creer que la vida en santo matrimonio es diferente a la de soltera cuando el amor crece como en un cuento de hadas infinito. El amor entre Mariangel y Eduardo es un amor fuerte, perenne y muy edificado, pero, el amor en el cuento de hadas, tal vez, no tenga un final feliz. El pasado oscuro de Mariangel se cuece entre las sábanas doradas de esa habitación de soltera cuando ella sólo desdeña y piensa en su futuro como esposa de Eduardo con ese terrible pasado oscuro y que le atormenta. Mariangel quedó sola desde que el principio de esa relación con Eduardo le atormenta su cruel y terrible pasado. Mariangel, en el alma, cuece de tiempo y amar a su compromiso como un desdén perfecto de creer en el alma un sosiego candente de creer en el alma una sola verdad. Mariangel quiere que su vida sea perfecta como la del claro cristal por ser tan infinita como un cuento de hadas, pero, sin saber el final. Mariangel se fue por el capricho exótico, sí de comprometerse y hasta casarse en seis meses. Mariangel extraña a su forma de ser como la fantasía más real que contiene también un pasado muy oscuro. Mariangel se enfada consigo misma, pues, su alma y su corazón se enfrasca a la idea de que su pasado oscuro regresará a ella. Mariangel sólo piensa que su vida y que su amor Eduardo serán como un cuento infinito de hadas sin el menor pormenor en quedar como el tiempo frío, pero, con un final muy feliz. Sumamente la vida de Mariangel quedó como la fuerza en el deterioro en creer en el alma muerta de espanto cuando piensa en su cruel pasado. El pasado de Mariangel es tan pernicioso como pertinaz el mal encuentro en saber que regresará a ella y no a su vida con Eduardo. Mariangel quedó sola en su habitación de soltera pensando sólo en su pasado oscuro demostrando que el pasado regresa a ella por encomiendas de la verdad.  Mariangel en el albergue de su corazón y de su esencia como mujer, quedó como el aire solventando un aire de rica sensación y se cuece en el alma una gran e inmensa osadía. Mariangel se da al pertinaz encuentro entre sus pensamientos y su pasado oscuro con ése viejo amor. Mariangel queda como el instinto suave y delicado de creer en el alma viva, no tan recelosa como los celos con su amado Eduardo. Mariangel es una mujer celosa, muy fuerte y muy atrevida en el amor entre ella y Eduardo. Mariangel se aferra a la idea fugaz de entrever en el aire una sola idea en solventar su vida como un cuento infinito de hadas sin saber aún el final, pero, en el alma de Mariangel queda como un final sin precedente. Mariangel, en el alma y en la fuga atrevida de toda una vida, cuece en ser como todo cuento infinito de hadas sin poder tener el final entre sus manos y muchos menos entre el corazón.

Mariangel y Eduardo, después de un año de relación, se comprometen con ése amor. El compromiso entre Eduardo y Mariangel se dio cerca de la playa hacía seis meses. Mariangel y Eduardo pronostican casarse después de ese santo compromiso que le hiciera el joven Eduardo cerca de la playa delante de sus más íntimas amistades. Mariangel, en el alma, cuece de un fuego clandestino de amar bajo el mandato de la vehemencia carnal de las caricias entre Eduardo y ella, es un trance casi pernicioso. Mariangel sintió en su coraje del corazón y en la coraza de su alma un compromiso de los que el amor es puro, ingenuo, inocente y más para una jovenzuela, la cual, la abandonó un viejo amor por otro amor más joven que ella. Mariangel se cuece de una sola verdad inocua y tan trascendental como el amor a cuesta de la única verdad que el amor se aferra a la idea en el combate y en una sola ansiedad de dar amor en el solo corazón. Mariangel se aferra a su eterno corazón como un amor en cuento infinito de hadas, pero, ella cree que siempre tendrá un final feliz. Mariangel y Eduardo se dan a la tarea de gritar amor en el corazón y más en el candente momento se dio el alma gritando a fuerza y a espada que el amor es para siempre como en ese cuento infinito de hadas, pero, con un final feliz. Mariangel y su alma comienzan a decaer entre el recelo de la vida, la insistencia de la manera y forma de ver al cielo como el amor más verdadero, más eficaz como un sólo tormento de amores sin poder concluir. El compromiso de Mariangel se da con todo el amor y con toda pasión en el alma edificando el comienzo de creer en la suave tormenta que les otorga la forma y manera de sentir el recelo de vida y de vivir en el alma a cuestas de la sola insistencia. Eduardo se compromete con Mariangel en un compromiso adecuado para dos amantes que se aman claramente. Mariangel toma tul, popurrí y prepara el enlace nupcial más bonito de todos los tiempos. La vida de Mariangel y Eduardo, cuando en el alma, se detiene y se va la vida, así es el amor más fugaz de todos los tiempos. Mariangel, en el ademán frío y de un tiempo nefasto, se da la osadía de creer en el alma muerta de espantos cuando cree que su pasado oscuro regresará a ella y a su vida con Eduardo. Mariangel se toma un tiempo cuando en el alma no se detiene ni para tomar un sólo descanso. Mariangel siente como se palpa una gran e inmensa osadía por creer en la transitoria vida que el alma de ella teme y es un miedo fugaz que le atormenta desde que la primera pareja que tuvo la abandona por otro amor más joven. Si en el trance de la verdad en la vida de Mariangel y Eduardo se edifica el tormento, la manera eficaz de creer en el amor puro, ingenuo e inocente que se profesan. La alborada pierde todo recelo de la vida entre Mariangel y Eduardo, es cuando se hace la vida más difícil de amar a plenitud. Mariangel decide ser más fiel que la misma certeza o el más puro amor y se siente como el suave delirio de saber que el alma queda como el rocío más intacto del amanecer. Sí, Mariangel se da cuenta que el instinto es delicado como el mismo sabor de la verdad fría de sentir que su pasado oscuro puede regresar a ella contra todo el amor de Eduardo. El compromiso de Mariangel y Eduardo se dio antes de seis meses después del compromiso formal y se han de casar en la catedral del pueblo. Mariangel y Eduardo acuerdan un desenfreno total de ver y de sentir la fuerza en el alma de caer sobre el silencio de amar a costa de la única verdad y el insistente corazón amando como nunca antes con su compromiso actual de ver al cielo de primaveras cuando, quizás no se da y no ocurre el enlace actual entre el matrimonio de ambos en la catedral del pueblo. 

El día sábado con el sol en ígneo color y flavo color en el atardecer de un día muy hermoso y reluciente como el amor entre Mariangel y Eduardo. Mariangel ya sólo quiere casarse como éste día en santo matrimonio con Eduardo. Es un día sábado, por el cual, se intensifica la manera y la osadía de creer en el alma pura, virginal, ingenua, transparente e impoluta de Mariangel al casarse con Eduardo en la iglesia o en la catedral del pueblo. Si en el insigne pueblo se desata la forma, la manera de amar más y más cuando Mariangel y Eduardo se quieren casar por primera vez en la catedral del pueblo con vitoreos y vértigos de creer en el alma una ingenua sensación por un amor. Es un día sábado cuando en el atardecer sólo Mariangel piensa e imagina que como un día como éste se desean casar ella y Eduardo como la pareja perfecta de dar una conmísera vida y una existencia por lograr en la vida una insistencia clara, con muy evidente sensación en hacer creer que la vida es un amor puro, ingenuo e inocente. Mariangel y Eduardo, eficazmente, enaltecen como la vez aquella en que el deseo y el delirio de ver al cielo de un atardecer cálido se torna exasperado como el mismo tormento o como la vez aquella que fue abandonada por un viejo amor que la dejó por otro amor más joven que ella. Mariangel y Eduardo se entrelazan a compartir del amor una buena partitura de un amor tan puro e ingenuo como lo fue querer casarse. Mariangel recuerda ese dolor intransigente por un oscuro pasado en subrepticio dolor cuando Eduardo ni tan siquiera sospecha de la fría verdad que le embarga. Es día sábado y como éste día, Mariangel y Eduardo se desean casar en la catedral más bonita del pueblo y quieren dar el -¨sí, acepto¨-. Mariangel sólo piensa que es ese sábado dando énfasis al matrimonio entre ella y Eduardo en la catedral del pueblo, pero, no, no es un día normal como un día sábado tan normal. Mariangel  desnuda el alma y el corazón de un instinto tan connatural que estalla en una sola exposición, pero, en el sólo corazón. Mariangel y Eduardo sólo quieren casarse y entregar en candidez la pureza e impoluta alma entre ambos novios. La vida a Mariangel y a Eduardo le concede casarse por el bien común entre ambos. Mariangel y Eduardo se quieren casar desde que el instinto les concede amar, a pesar del pasado oscuro de Mariangel. Mariangel decide pensar e imaginar que ese sábado es el día perfecto para casarse, pero, sólo se presenta como un recelo de vida cuando en el alma de la muchacha se cuece de tiempo, espacio y de un vicio en querer casarse ese mismo sábado, pero, no. El matrimonio se dispone en seis meses después del compromiso nupcial entre ambos. Mariangel y Eduardo predisponen un matrimonio o un enlace nupcial entre seis meses, pero, ese sábado, sí, ese sábado sólo se consume la única verdad de que el instinto se aferra a la idea que el amor aflora, pero, a la verdad que casi o quizás no se da el matrimonio. Si Mariangel quedó como el sábado lleno de ígneo color en las entrañas rojizas o como el ocaso en el atardecer claro de un sábado como el de una boda de un solo matrimonio. La realidad es la única verdad que es sábado, pero, no es un sábado de la boda entre Mariangel y Eduardo. Mariangel y Eduardo quedaron como un sueño o como un suspiro de esos que son como el respiro de un sueño o de una pesadilla, pero, sólo para Mariangel era sólo un sueño. Mariangel y Eduardo fueron como el deseo o como la era que sólo el capricho de ese saber en ese sábado irrumpió en el alma porque fueron como el único sueño, como en un cuento infinito de hadas que tiene y posee un final feliz. 

La mañana de un sábado donde el matrimonio se perfila como el deseo o como la riqueza de un matrimonio donde se siente que el amor brilla más y más. Si es sábado y en una mañana donde se da el más cálido de los instantes de un matrimonio sólido porque Mariangel y Eduardo están muy enamorados. Es la mañana de un sábado cuando Mariangel en la habitación de soltera recibe un gran, enorme e inmenso ¨bouquet¨ de treinta rosas de parte de su futuro esposo. Mariangel recibe un ¨bouquet¨ de treinta rosas rojas con espinas en su habitación de soltera. Si en el instante de una mañana de sábado se cuece un gran matrimonio lleno de amor, pasión y de vehemencia. Eduardo le envía a Mariangel treinta rosas en un ¨bouquet¨ lleno de rosas. La habitación de soltera de Mariangel se llena de rosas. El aroma y la fragancia de rosas le hacen ver al cielo a Mariangel. Es una mañana cuando ella se prepara para el enlace nupcial del matrimonio entre ella y Eduardo. El vestido blanco está elaborado de canutillos, perlas, diamantes, de un bello y hermoso satín blanco. Mariangel se va a vestir con el vestido blanco matrimonial de un enlace nupcial donde se siente como la princesa del cuento infinito de hadas, pero, con un final siempre feliz, si ella lo cree así. Es una mañana de sábado cuando se petrifica la manera de sentir el silencio y más que eso como el desenlace fatal de un final de un cuento infinito donde el fin se da con un solo beso. Mariangel se siente como lo imposible de creer que se va a casar con Eduardo. El ¨bouquet¨ de treinta rosas son el significado de treinta meses después del compromiso formal de hacía un año de relación y que en seis meses después se casaría formalmente. Mariangel sólo quiere verse regia con su vestido blanco y que su pasado oscuro no se interpondrá entre sus planes de casarse con Eduardo. Mariangel tiene la idea desdeñada de todas las ideas y era llevar al ¨bouquet¨ de rosas a su habitación matrimonial para sentir la vehemencia carnal y las caricias más subrepticias en esa noche de bodas. Si es sábado en la mañana y Mariangel logra olfatear el aroma a rosas innato de rosas. El ¨bouquet¨ de rosas innatas son destinadas para la jovenzuela llamada Mariangel. Mariangel recibe el ¨bouquet¨ en el nombre del amor y de la gran felicidad que siente porque es sábado y se casa con Eduardo. Las rosas del ¨bouquet¨ poseen espinas y son treinta rosas del color rojo como el de la sangre efervescente o como el color rojo del amor  tan enamorado con el puro, inocente e ingenuo corazón. El ¨bouquet¨ de ramos de rosas de treinta rosas rojas para Mariangel significan treinta meses sin estar sin la pasión, el amor, el corazón, y sin la vehemencia de caricias por ser tan solo subrepticias. Mariangel y Eduardo, de ahora en adelante y después del matrimonio, estarán, permanecerán juntos y para siempre cuando se casen en santo matrimonio. Mariangel recibe ese ¨bouquet¨ de rosas del color rojo como la sangre ardiente y como el amor en el corazón sólo se percibe que la sangre y el amor compaginan en la relación. Ella descubre algo que la deja atónita, absorta, anonadada y estupefacta. La sangre para Mariangel que no puede ver ni observar porque es hematofóbica y ella sin saber ni sospechar que la enfermedad que posee es hematofobia, lo cual, significa miedo a ver sangre y todo lo relacionado con ella. Mariangel y Eduardo se casan a la espera de ver su relación enlazada en un enlace matrimonial. Mariangel, en un día sábado, se dispone a casarse con Eduardo, pero, algo ocurre inesperadamente y es un momento trascendental. La vida comienza a fallecer cuando ocurre lo que transcurre, una era, una década sin precedente porque Mariangel se casa con Eduardo. Si es el atardecer de color ígneo o del color rojizo  cuando se enfrenta a un ocaso lleno no de felicidad porque Mariangel quizás no llegue a casarse.

Mariangel, después, de recibir el ¨bouquet¨ de treinta rosas de color rojo, se viste con el vestido blanco de todos sus sueños y anhelos, del color blanco de un santo matrimonio. Mariangel se casa con Eduardo y es el atardecer más hermoso de ígneo color y de flavo color con flas entre las rojizas entrañas de un bello atardecer. Mariangel se viste con el vestido blanco de bodas en un enlace matrimonial efectuado en el atardecer de un día sábado. Sí, Mariangel se viste con el vestido blanco, el cual, significa pureza, inocencia, ingenuidad e impoluto corazón. Mariangel se siente como el desafío en soledad desde que se quiere casar con Eduardo en la iglesia de la catedral en el pueblo. Mariangel y Eduardo sólo desean unir sus vidas en santo matrimonio desde que el cielo pinta y dibuja un flavo color o un ígneo color de un rojizo intenso como un bello atardecer. Mariangel se casa con Eduardo y todo está preparado para el enlace nupcial en la iglesia o catedral del pueblo. La vida se enreda en caer sobre el precipicio o el abismo frío de una suerte que está por dilucidar. El vestido blanco de Mariangel se cuece de vida y de una inquietud devastada de un rico porvenir y todo como en un cuento de hadas, tan infinito como un final feliz. La vida de Mariangel se siente como la novia vestida de blanco con un vestido puro, ingenuo e inocente como su eterno corazón. Mariangel se siente como el desafío de creer en el trance perfecto de una señal mortal y tan letal como el puro veneno, pero, su vida se siente como un sólo desafío inerte e inocuo como la vida en el trance delictivo de una sola razón cuando arde el cielo como la tarde más hermosa de todos los tiempos. Si es la boda en santo matrimonio de Mariangel. Mariangel y Eduardo se aman como nunca antes de acuerdo a la razón en el corazón. Mariangel y Eduardo se van a casar en la iglesia y en la catedral del pueblo. Mariangel se viste con el vestido blanco de novia que ella misma escogió entre tantos estilos y modas diferentes. Mariangel se viste de blanco con el vestido de novia de ensueño, de una forma y de una manera extraña, pero, muy exótico. Mariangel y su alma vuela lejos, queda sucumbiendo y zozobrando en un trance fugaz como lo fue vestirse de blanco, sabiendo lo que significa que es pureza, ingenuidad, inocencia e impoluto corazón como la sangre ardiente y vehemente en el mismo corazón. Mariangel sabe que un día se enamoró por primera vez, pero, que ése viejo amor lo que le dejó fue un pasado oscuro que ella recuerda muy bien. El vestido blanco para Mariangel significa como se perfila en una inocencia, ingenua, pura e impoluta como su propia alma. La sangre arde como efervescente está en la piel, sobre el pellejo y de un sólo cuerpo llamando a la vida, al corazón por amar más y más. Mariangel desnuda su alma y más su corazón como si fuera su propia sangre que arde vehementemente en la piel y en el cuerpo, pero, es sólo una premonición o un vaticinio vehemente como si fuera la sangre una hematofobia que posee con tan sólo sentir, percibir, ver u observar. Mariangel, con su vestido de blanco, quiso ser como el ave capaz de volar lejos y, sí que casi lo logra, pues, en el ritmo de su aventura por querer casarse con Eduardo se viste de blanco y de novia, pero, ¿Mariangel logra casarse con Eduardo?, es una incógnita sin respuesta aún. ¡Ay, el vestido de blanco de Mariangel!, es un vestido elaborado con canutillos, perlas, y diamantes. ¡Ese vestido blanco es un sueño! El vestido blanco de Mariangel es un ademán frío o un abismo álgido o es un sueño gélido, pero, tan real como la impoluta verdad. Sí, es el vestido blanco el que se elaboró con perlas, canutillos, y diamantes. El vestido blanco es tan real como la impoluta pureza del alma de Mariangel o como la inocencia de la muchacha que se casa hoy sábado con Eduardo.

Mariangel, antes de salir de la habitación de soltera con su vestido blanco, decide, desea y toma una rosa entre sus manos para olfatear el aroma de rosa del ¨bouquet¨ de rosas rojas que  recibe en esa habitación por parte de su galante novio llamado Eduardo. Mariangel toma entre sus dedos a una rosa roja y con espinas para poder olfatear a la rosa de color rojo. Mariangel con vestido blanco para el enlace nupcial de un matrimonio con Eduardo, sólo, desea tener el aroma de rosas en ese vestido tan hermoso como lo es el vestido blanco para un matrimonio. Mariangel se siente como una rosa de color rojo, pero, sin espinas cuando su alma pinta como el vestido blanco de una pureza, ingenuidad, candidez, inocente e impoluto corazón. La vida de Mariangel queda como el alma y el corazón unidos en un sólo unísono y son las campanas de la iglesia que repican por entrar en la iglesia catedral para unir su vida junto a la de Eduardo. La vida de Mariangel es tomar una rosa del color rojo del ¨bouquet¨ de treinta rosas que tiene en la habitación de soltera destinada para ella. La vida de Mariangel se enfrasca y no se detiene en su andar porque zozobra en un trance lo que acontece, un matrimonio como el de Mariangel y Eduardo edificando la vida, el amor y el corazón. El vestido blanco de Mariangel transmuta ingenuidad, pureza, inocencia e impoluta alma cuando en el altercado friolero entre el corazón y el alma se olvida de su pasado oscuro con ése viejo amor que la dejó abandonada a la suerte por otro amor más joven que ella. La vida se torna exasperada para Mariangel cuando por un instante ella piensa en ese pasado oscuro que le atormenta a veces cuando en la habitación de soltera pensó de ese pasado oscuro que si regresa a ella, qué hará con su nueva vida con Eduardo. Mariangel se torna insegura, intransigente, temerosa, pero, muy contenta y llena de felicidad porque va rumbo al altar para contraer matrimonio con Eduardo en un enlace nupcial que será para el resto de sus vidas. Mariangel con vestido blanco sucumbe en un delirio delirante en creer que su mundo es igual a su alma pura, ingenua, inocente e impoluta, pero, no es así. Mariangel toma una rosa de color rojo del ¨bouquet¨ de treinta rosas que significan treinta meses de amor, de relación y de un corazón tan enamorado desde que conoce a Eduardo en aquella cafetería. La vida marca una trascendencia, una transmutación, pero, es tan irreal como una fantasía, pero, hecha realidad cuando el matrimonio de seguro va entre Mariangel y Eduardo. Mariangel se aferra al deseo en querer tomar entre sus dedos a una rosa de color rojo del ¨bouquet¨ de treinta rosas que fueron destinadas hacia ella. La rosa del color rojo es una rosa con espinas y ella sin percatarse que la rosa tiene espinas queda a la deriva de una herida tan profunda como lo es herir a sus dedos con una rosa del color rojo y con espinas. La vida de Mariangel se torna intrínseca cuando la vida le atormenta y es tan funesto el instante que se cuece el alma en un delirio tan delirante cuando la rosa del color rojo llega a perecer entre sus dedos. Mariangel zozobra en la vida de que la rosa y las espinas no le van a herir a sus dedos, pero, la vida a veces juega un papel importante cuando ocurren las heridas  y no sanan al instante. Mariangel toma entre sus dedos una rosa de color rojo para olfatear su aroma a rosas sin ser clandestinas y lleva hasta su nariz a la rosa del color rojo como la sangre ardiente, efervescente y tan vehemente como el latido de su corazón. Mariangel queda a la deriva con esa herida tan profunda que le provoca la rosa del color rojo entre sus dedos. A Mariangel le duele el alma tan inocente, ingenua, pura e impoluta y al corazón más por el amor vivo que le tiene a Eduardo esperando porque sea un pinchazo nada más y no una herida profunda. 

La vida de Mariangel se torna intrínseca y muy desesperada cuando la sangre corre como río en su cauce hacia un destino fatal cuando Mariangel hiere a sus dedos con las espinas de la rosa. La sangre corre como corre, transcurre el tiempo y todo está completamente manchando su vestido de sangre. El vestido blanco quedó manchado por la sangre en plétora tan abundante de los dedos de Mariangel. La sangre corre como cascada en manantial, como río que va al mar y como lluvia torrencial que barre el suelo. La vida de Mariangel se torna exasperada como el tormento de toda una vida con un pasado oscuro que le atormenta de una vida pasada y de un amor que la abandonó a su suerte. Mariangel mancha el vestido blanco con una plétora de sangre entre sus dedos por tomar aquella rosa del color rojo como la sangre efervescente y ardiente que le dejó las espinas de esa rosa sobre su vestido blanco de matrimonio. Mariangel se asombra y se asusta tanto que queda anonadada, estupefacta y atónita que su mente voló hacia un pasado inerte que le dejó el corazón en pedazos. Mariangel quedó con el vestido blanco completamente manchado de sangre por una sangre abundante de unos dedos. Mariangel tomó a una rosa del color rojo para olfatear su aroma. Mariangel quedó completamente del color rojo como el color rojo de la sangre misma en efervescente, cálida y torrencial cuando la sangre corre como el río va al mar, como lluvia que moja, que barre al suelo y como cascada de manantial que llega al río, así, fue el torrente de sangre que perfiló y que pereció en el vestido blanco. Mariangel quedó a la deriva con esa cruel herida que le hirió una rosa de color rojo en el alma llena de inocencia, ingenuidad, pureza e impoluto corazón. El corazón de Mariangel quedó alterado como si fuera un infarto que le da, pero, sólo, fue una pequeña herida en uno de sus dedos con las espinas de una rosa y que manchó completamente a su vestido blanco de color rojo. Mariangel muere en el acto y fue tan sólo por una hematofobia, o sea, por miedo a ver la sangre que de ella brotó con las espinas de una rosa de color rojo del ¨bouquet¨ de treinta rosas que le envió Eduardo a su habitación de soltera. El alma de Mariangel quedó como del color rojo de una rosa del color rojo, o como la sangre ardiente de impoluta verdad que ella siente equivocadamente y con un terrible malestar.  Mariangel quedó derribada con el dolor de una sangre ardiente y tan efervescente que quedó como el dolor fuerte, pero, efímero que quedó como el mismo dolor inocuo, pero, con todo el vestido blanco manchado del color rojo por una rosa del color rojo. Mariangel fue como el dolor fuerte o como la sangre tan efervescente y vehemente. Mariangel ama con el corazón y sin poder olvidar a su primer amor que la abandonó por otro amor más joven que ella. Mariangel cayó al suelo como el ocaso en ese atardecer rojizo de ígneo color cuando las entrañas rojizas de ese atardecer se casaría con Eduardo. Mariangel quedó como un mojigato en el suelo y caída como si fuera el ocaso entre rojizo color de un bello y hermoso atardecer cuando la vida de la muchacha cae rendida por tanta sangre en plétora abundante con su vestido blanco de un matrimonio sin poder hacer realidad. Si para Mariangel era un bello y hermoso atardecer cuando en las entrañas rojizas de ígneo color fue como toda novia con el vestido blanco, pero, manchado con el color rojo de la sangre y todo por una rosa del color rojo con sus espinas. Mariangel muere en el acto por una enfermedad llamada hematofobia y es el miedo a la sangre y con temor muere en el acto cuando con las espinas de esa rosa se pincha sus dedos. El vestido blanco quedó completamente manchado de sangre.    



FIN