Acudí a ti,
como un hombre vestido con armadura
sin luz en el alma,
tratando de cubrir mis faltas con velos y sedas
como disfrazando las historias agitadas
el pasado sin sentido, frío y analógico
que rechazaba la verdad por temor a sí mismo
Todo en una línea paralela
delineada por la obsesión a los despojos
al entusiasmo de vivir sin nombre
con la incapacidad de renunciar
a la historia con dignidad
a la colección de hojas muertas
de noches interminables
de párpados cerrados
con alegorías de mariposas muertas
Acudí a ti,
y miraste mi cuerpo con la bondad de tu indulto
con la sutileza de tu sonrisa
que corrió lentamente las sábanas
para reclinarse a mi lado
como fruta tierna que se conmueve en las manos
engendrando la luz para que el tiempo no exista
y borrar las penumbras
alrededor de mi alma