Cada vez que esbozo tu figura en el papel
acaricio lentamente
con mis ojos y mis lápices
la belleza de tu cuerpo al descubierto,
frágil en su fuerza
desprotegido en su fortaleza,
cercano en su dulce lejanía,
esa impenetrable a la que llamamos sueño.
Me pierdo en los contornos que bien conoce mi memoria.
Cierro los ojos y reconozco tus formas
con el suave manar de tu calor sobre las sábanas.
Reconozco tus sombras en medio del silencio
y las esfumo con mi lápiz y con tu aliento.
Sabes perfectamente que te sienta sublime el agua después de la ducha...
Te robo en líneas y grafito, tus ojos cerrados y tu lejana sonrisa.
Me apropio de la luz que reflejas,
me escudo en tus sombras para deleitarme de ti,
no sé si divagar en tu cerebro o tu entrepierna,
¡no recuerdo cuál me place más!
Me he vuelto adicto a la figura de tu rostro en r.e.m.
Quisiera extender el tiempo y dibujarte
mucho más despacio y con muchos más errores...