Dame el martillo y el cincel
con el cual sacrificas al santo.
Dame la lanza de sangre
Con la cual disparas al Sol.
Respira este polvillo cruento, opaco
transmutador de rostros y máscaras.
Sella de cabeza a corazón
Este pacto de materia eterna
Palpa sus pliegues torcidos
Palpa, bendice la materia
En tu espíritu y en tu cerebro
y solo podrás vivir el final.
Pero viviendo podrás comenzar a morir
Para sumergirte en la luz
Y ser parido –de nuevo- por el vacío.