Esta mañana me desperté con este cuestionamiento. Ni siquiera sé qué lo motivó.
¿Cuánto se puede decir sobre la mentira?
Sin pensarlo mucho, vienen a mi mente muchas ideas, pero lo que me resulta evidente es que la utilizamos para no hacernos cargo de nuestras acciones o elecciones, las que no nos animamos a decir de frente.
Pero quiero intentar hilar más finito, y pensar con calma y concienzudamente, como haciendo una destilación.
Los impulsos aparecen más rápido que el razonamiento, y es más fácil echar mano al chip que traemos incorporado, el que además, incluye todos los mandatos heredados.
Si me tomo el trabajo de analizarlo me doy cuenta de que actuamos más por impulso que por elección.
¿Para qué detenerse a considerar las posibilidades si traigo las respuestas incorporadas? Pero... ¿me da satisfacción haber mentido?
Mas esta pregunta tampoco surgió hasta que me detuve a pensar qué quiero yo en realidad. Y aquí se abre otra puerta que es el motivo por el que surge la pregunta.
Creo que los seres humanos actuamos impulsivamente prestando más atención a nuestro sentir visceral que a nuestra más poderosa herramienta, que es el cerebro; y he aquí otra cuestión sobre qué entrenamiento tiene, y acorde a la crianza, entendiendo por crianza lo que aprendimos de nuestros padres y maestros, qué capacidad adquirimos para que, en su momento, podamos hacernos cargo de las riendas de nuestra existencia, dejando de buscar afuera la responsabilidad que eso conlleva.
Según la Real Academia Española (RAE), la mentira es una expresión o manifestación que va en contra de lo que se sabe, se cree o se piensa.
Y aquí me pregunto, lo que sabemos, creemos y pensamos ¿es nuestro? ¿o lo heredamos y nos conformamos con eso porque es más cómodo y fácil que el trabajo de saber qué queremos en realidad? Si optamos por esto, un día, nos damos cuenta de que con trabajo y esfuerzo se logra ser feliz, apreciando lo que tenemos y hemos conseguido, pero podemos llegar a sentir que es tarde para nosotros.
Nunca es tarde para darse cuenta y comenzar a elegir lo que realmente queremos.
A partir de ser conscientes de nuestro ser, derechos y obligaciones, empieza el trabajo y la búsqueda personal, y es para siempre. La oportunidad de crecer, de buscar la verdad y los buenos valores, para incorporar a nuestro ser no se termina. Siempre tendremos algo o a alguien de que o quien aprender algo que sume a nuestro crecimiento.
El crecimiento se da cuando me doy cuenta de que todo lo que pienso, digo o hago es de mi absoluta responsabilidad. Es cuando me hago cargo de mí sin excusas.
Creo que eso es la vida, la constante búsqueda de crecimiento, y eso hace a la felicidad.
Es lo que pienso, no es verdad.
Miriam Venezia
05/11/2024