El día en que me vaya, cuando deje de respirar, sé que me extrañaras, sé que me buscaras.
Las lágrimas que brotarán de tus ojos con ese sabor salado único del dolor no contendrás, pero ya será muy tarde.
Llevaré conmigo la frustración de haber hecho todo, de buscar todas las formas para que me ames y no lo logre.
Cuando me veas tumbado en esa caja me darás un beso en la frente, otro quizá en la mejilla, pero yo nada ya sentiré.
Ese amargo día, llevaré conmigo tu indiferencia, tu rechazo y tu falta de interés, que mi pan de cada día siempre fue.
Cuando parta y para siempre desaparezca de tu vida, querrás dormirte abrazado a mí en las noches de soledad fría.
Mi cuerpo, tieso, frígido, sin sentimientos, contemplarás y desearas con todas tus fuerzas que no me lleven de tu lado.
Recordaras los buenos momentos del pasado, aquellos que pasé amando; sin embargo, tú no lo has aprovechado.
Sé que moriré sin sentir tu cariño, la calidez de tu verdadero ser, pero una vez que este allí ya nada tendrá sentido.
Es triste, pero con una profunda pena sé que algún día voy a partir.