Como antes, como siempre, en soledad,
solos en todo y nada, permanente;
soledades de cueros, voz latente,
golpe en maderas, eco de ansiedad.
De viento y sueño en vuelos de metal,
notas que en mi piel rozan suavemente,
miradas que me tocan, dulcemente,
entre sombras de un eco tan mortal.
Esa maldita torre de saber,
caída en ruinas sobre tu figura,
falsa en su peso, en su oscura dureza.
Y en extrañas miradas del ayer,
me pierdo en su reflejo y desventura,
culto en apariencia, y en mi locura.