Había cortado las rosas con un hacha,
desviado el rumbo de los relojes,
extraviando el sentido de los ríos,
esculpiendo palabras en el olvido,
para huir de la certeza,
que soy un ser temporal,
con escasa conciencia del tiempo,
y la insuficiente ética del ser
que me permitiera sembrar las rosas,
circular con las manecillas de los relojes,
sin temor al agotamiento del tiempo,
flotar sobre las aguas del río,
sin cuestionar el rumbo y el destino,
cincelando las palabras en el alma,
para descubrir el amor sin temores,
sin evadir la evidencia,
que somos seres temporales,
con la suficiente conciencia del tiempo,
y la precisa ética del ser,
para disfrutar el olor de las rosas,
el transcurso del tiempo,
la libertad de los ríos,
y la potestad de las palabras.