No estuve en tu caída, oh mi ser con alas,
me pesa, que en pleno vuelo descendiste,
y hoy con atrocidad vivo la cuita que me asalta...
yo el guardián de tu ser arremetí hacia la fuga
y no pude evitar que cayeras, cuánto lo siento,
no me perdono que mojaras tus mejillas
con el desconsuelo que brota de tus pupilas,
no estuve para darte horas de serenidad,
una vez más el agobio te ha puesto en postración;
te seguía en secreto, me mantuve distante,
y justo cuando quise dejarte que camines solitariamente,
caíste cuando mi protección era indispensable;
te digo: siente la paz… más que nunca, en este momento
en que te acompaño con sigilo a cabalidad
para proseguir juntos rumbo a la eternidad.