Me duele la razón cuando te pienso,
me duelen los abismos que te alejan,
y aquella madrugada turbulenta
que huyó con tu perfume y con tu aliento.
Me duele mi semblante en el espejo;
ayer radiante, hoy solo es una mueca;
y un cruel desierto corre por mis venas,
pues seca está mi sangre en tu recuerdo.
Me duelen ya mis sueños al soñarte,
me duelen los caminos sin tu paso
y el beso que en mis labios ya no arde.
Procuro que no duela y es en vano,
pues muere mi jardín, que no regaste,
marchito y frío a falta de tu abrazo.