Mejor encerrada y segura
que paseada y perdida,
cuando se va y se queda,
y el retorno sin duda cuesta,
cuando el alma anda suelta
y el peligro le asecha.
Lo inimaginable,
eso que desgarra y amarra,
que ofusca y dispara,
que azota y acorrala
y de que no fácil se escapa.
Tal como las frecuencias de un electrocardiograma
de agitadas curvas que suben y bajan,
cuasi notas de piano, armoniosas y alteradas,
así transcurre, recurre y escurre,
transita bajo líneas de tiempo inéditas,
persiste en el deseo de persistir, permanecer y trascender,
recorrer las vías del dolor para escurrirlo,
sentir es vivir.