El que «sabe» y nunca entiende
del saber podrá jactarse
y jamás quizás mirarse
lo que debe y que no puede.
El que «sabe» siempre quiere
que le crean sus dislates;
el que «sabe» y nunca entiende
del saber podrá jactarse.
Y si tiene más poderes,
sus soberbias son constantes.
¡Quién podrá entonces salvarle!
“El que «sabe» y nunca entiende,
nunca entiende lo que «sabe»”