En la radio suenan canciones de una época
en la que mi padre aprendió la magia de los ingleses
y mi madre soñaba con infinitos complejos.
Suenan,
sueñan,
me invade la contundente melancolía
de una era que no recuerdo y no sufrí.
Suenan campanas de tiempos alternos y artificiales
sueñan campañas de momentos ilimitados
esos que se alojan como parásitos en la memoria
esos que liberan endorfinas cada vez que salen a relucir.
Retumban en mi memoria los sonidos de hordas
siento en mis venas las hormonas reprimidas,
mi lengua se reseca al despertar
por efectos de alcohol no ingerido pero digerido.
Siento el cansancio de aquellos clandestinos orgasmos.
Bailo al ritmo de canciones de cuatro minutos.
Las yemas de mis dedos se regocijan en acetato acanalado.
Suenan,
sueñan de nuevo.
Rehúso hablar anglosajón para intitular una melodía que mañana olvidaré,
sintetizo frases viejas como sintetizaron sonidos,
me acosa el neón y el pastel.
Debo dormir de nuevo.
Sueña
suena quizás.
En la radio suenan canciones de una época
en la que mi padre desafiaba al mundo con un fleco en la frente
y mi madre conducía un Ford celeste para dos personas,
ella
y yo en sus entrañas...