Por San Telmo me encontré
a una dama bien plantada
le dije: “¿Vamos por un café?”
¡Y terminó bien bailada!
El bandoneón va llorando
por las calles de La Boca
y yo sigo susurrando
que en el tango ¡todo toca!
Dicen que soy un compadre
sin fortuna y sin dinero
pero tengo un buen baluarte
en el barrio soy primero.
Un tango bailé en el bajo
con una moza coqueta
y al final de un buen trabajo
me invitó a su milongueta.
Una pebeta en Palermo
me dijo: “Vení, galán”
le dije: “Yo no me enfermo
cuando me invitan champán”.
De Corrientes a Almagro
el tango me hace volar
me quedo sin un centavo
pero el alma voy a salvar.
Entre faroles y risas
el bandoneón va sonando
la noche trae las premisas
de un amor improvisado.
En la pista soy rey
con mis pasos bien marcados
no hay milonga en donde esté
que no caigan desmayados.
A mi china enamoré
con un tango bien canyengue
y ella me prometió ayer
que me bailaría un merengue.
Si un tango yo no me sé
me lo invento en el momento
que en esta danza de fe
se improvisa hasta el lamento.
El tango! Es el segundo amor de Jared Basset, a quien dedico este poema, y quien es el gringo más Argentino que he conocido, y se lo ha heredado a su esposa Alice y a sus dos hijos. Su casa es punto de asados y guitarreadas frecuentes, en las famosas Peñas Literarias donde los chistes sobre el tango nunca faltan. Asisto cada vez que puedo y de ellas he sacado ideas para estas letras.