Luis Donaldo

2 de noviembre.

Perdona si no pasé hoy por el cementerio

era tarde y mis ojos estaban secos,

hace años ya que no enciendo un cigarro

en tu nombre.

 

Las viejas costumbres me arrastran como un mal whisky,

y, qué jodido, pensé que dolería menos con el tiempo.

Pero aquí estoy, escuchando palabras que no salen,

que flotan entre los dientes, clavadas.

 

Me paso la vida hablando para decir nada,

porque, a decir verdad, no tengo muchas ganas

de dejar salir lo poco que queda de mí.

Así que guardo lo que vale

en el fondo de estas palabras baratas.

 

No sé si vaya a verte pronto,

quizás no quiero tu sermón,

o el peso del sol en la frente.

 

Mientras tanto, escribiré otra línea inútil,

con la esperanza de que algún maldito viento

te lleve mis gritos.